Si lo que amamos con más intensidad posee poco valor, estaremos infravalorando nuestra vida, nuestro ser. Si lo pensamos bien, no hay ningún bien mayor que la persona. Por tanto, amar las cosas por encima de las personas es un gran error. Quien hace eso se está rebajando al nivel de las cosas. Todo lo que se puede comprar tiene poco valor. Lo verdaderamente valioso es aquello que no se puede comprar. Nadie puede comprar el amor de otra persona. Y lo único que nos descubre nuestro propio valor es que haya personas que nos quieran, pero que nos quieran de verdad, incondicionalmente. Saber que hay alguien que me quiere con todo su corazón es un anhelo, el más profundo deseo del corazón humano; es lo que realmente nos proporciona una inmensa alegría y la verdadera felicidad.